¿Se puede dejar de fumar y después fumar de vez en cuando sin recaer?
La respuesta es claramente NO para la inmensa mayoría de los casos… pero ¿por qué?… pues por:” la sensibilización dopaminérgica”
Digamos que todas las drogas, pero también acciones naturales como la comida, el sexo o las relaciones sociales tienen un claro efecto sobre los circuitos de placer, de recompensa del cerebro. Estos circuítos se encuentran en el sistema límbico del cerebro y destacan el núcleo accumbens, la amígdala y el hipocampo.
Cuando algo nos resulta placentero, una comida que nos guste por ejemplo, se libera dopamina y su nivel aumenta en estas estructuras. Y la dopamina es un neurotransmisor responsable de la sensación de placer. Una vez hemos comido suficiente y estamos saciados el nivel de dopamina disminuye de nuevo y ya no nos resulta placentero seguir comiendo.
Bien pues las drogas, entre ellas la nicotina también activan este circuito de recompensa liberando dopamina. Pero aunque estemos hartos de fumar los niveles de dopamina no vuelven a su nivel normal sino que quedan sensibilizados frente a la dopamina.
Digamos que queda una demanda constante de dopamina por parte de estos circuitos cerebrales lo que hace que deseemos aquello que hace que los niveles de dopamina vuelvan a subir y por eso volvemos a fumar un cigarrillo al poco tiempo de haber acabado el anterior.
Además si no se fuma el siguiente cigarrillo la demanda de dopamina aumenta con el tiempo y el fumador comienza a sentir “mono” del tabaco. Ese mono, es la demanda del cerebro de más nicotina para satisfacer los niveles de dopamina en el circuito de recompensa.
Si un fumador consigue dejar de fumar y llevarlo bien. Lo que implica que sus mecanismos de recompensa cerebrales vuelvan a funcionar bien en ausencia de nicotina, en cuanto vuelva a fumarse un cigarrillo es muy muy probable que este circuito de recompensa que ha quedado en una situación frágil debido a la acción de la nicotina sobre él en el pasado, se vuelva a descompensar y vuelva a funcionar mal si no tiene nicotina.
Es decir debido a la sensibilización dopaminérgica del pasado cuando la persona era adicta a la nicotina, el mecanismo de regulación de la dopamina en el sistema de recompensa del cerebro ha quedado “tocado” y bastará un poco de nicotina para desestabilizarlo y que la adicción aparezca de nuevo.
Como resumen, si al dejar de fumar mi cerebro consigue volver a funcionar bien sin nicotina todo irá bien mientras no le meta nicotina de nuevo y si lo hago es prácticamente seguro que el cerebro volverá a pedir nicotina para poder funcionar bien y así volverán las ganas de fumar.
Por eso no es posible dejar de fumar y después fumar de vez en cuando sin recaer.
Y la fragilidad de este mecanismo de recompensa dopaminégico es crónico en un ex-fumador y no hay níngún tratamiento que lo arregle y lo deje exactamente a como estaba antes de verse alterado por una droga como la nicotina en el caso que nos ocupa.
Evidentemente existen otros circuitos cerebrales implicados en las adicciones, como el córtex prefrontal, pero lo básico queda expuesto en este resumen.